EL INTERRUPTUS CINEMATOGRÁFICO, o la película más cinematográfica
Julián Álvarez. Barcelona, enero 2013

Toda película es (por definición) cinematográfica, pero unas lo son más que otras...

Recuerdo con satisfacción aquellas sesiones dominicales de cine-doble-sesión en el pueblo, a finales-principios de los ’50 y ’60, cuando la proyección de pronto se interrumpía (siempre en el momento más inoportuno) por fallo en el arrastre de la película y el fotograma -“atrapado”- se quemaba con el consiguiente disgusto del público que con sus pataleos, silbidos y aplausos  alertaba al proyeccionista del percance. Éste rápidamente apagaba la lámpara cuya potencia calorífica originaba la inevitable combustión en directo del fatídico fotograma en cuestión.

Entonces, con 8-12 años, yo no era consciente de la trascendencia de aquellos fortuitos accidentes meta- o para-cinematográficos (que, supe mucho después, tanto gustaban al poeta Joan Brossa) en los que se detenía el argumento, se paraba la historia, se congelaba la acción y, por unos escasos segundos, se nos mostraba en “ebullición” la esencia matérica de la PELÍCULA en su mínima unidad expresiva dentro del plano: el fotograma. De pronto un  frame detenido por aleatorio accidente protagonizaba otra imprevisible y abstracta micro-película, aunque efímera, pero si cabe aún más fascinante que la detenida por aquel inoportuno interruptus cinematográfico. 

Los avances tecnológicos en la fabricación de los soportes cinematográficos (película), y los sistemas electromecánicos de exhibición, hacen imposible hoy que puedan quemarse fotogramas en proyección. Muchos de los jóvenes de menos de 30 ó 35 años es probable que no hayan tenido el privilegio de asistir a este imprevisible y efímero viaje visual al dramático retorcimiento cinético de un fotograma en pantalla. Experiencia ésta que reformulada como vídeo-instalación propongo tanto a los que por edad no han tenido ocasión de vivirla, como a los adultos que habiéndola vivido quizás la hayan desestimado como merecedora de ser recordada. A unos y otros les propongo una inmersión cinética extrema. Una experiencia inédita de inmersión en un proceso de combustión de película. Una anti-película, o deconstrucción fílmica en el sentido más cinematográfico de la palabra. Y un viaje nostálgico a los días en los que la asistencia al cine implicaba efectos colaterales como el imprevisible interruptus cinematográfico, que nada tiene que ver con el televisivo corte-a-publicidad. 

¿PORQUÉ LA PELÍCULA MÁS CINEMATOGRÁFICA?

Porque conviene recordar que NO todas las películas cuentan una historia (en el sentido literario y novelesco del término película. Y porque una película es un conjunto de imágenes fijas organizadas linealmente en una banda de celuloide con “película” fotosensible donde, por medio de un proceso fotoquímico se fijan las imágenes que proyectadas al público crean el espectáculo cinematográfico, tanto si recrean una hipotética realidad (ficción), reproducen una determinada realidad (documental) o, como en el caso que nos ocupa, generan una nueva realidad (abstracta).

Porque la experiencia más específicamente cinematográfica a la que podemos asistir es la contemplación de una película en la que las imágenes, y el soporte que a su vez las contiene, progresivamente se autodestruyen por efecto del calor de la lámpara que las proyecta y las hace visibles en pantalla. Porque se busca confrontar al espectador con el sentido primigenio del término PELÍCULA, que remite más al soporte que a la historia. Y porque gracias al vídeo trasladaremos aquella experiencia efímera, hoy imposible, a la vídeo-instalación “La película más cinematográfica”, espacio audiovisual envolvente a partir de la proyección simultánea en modo loop de 3, 4, o más vídeos sobre las 3, 4, o más paredes blancas de un espacio expositivo a cubrir.

Si bien el interruptus cinematográfico es un accidente del que no queda registro más allá del frame físico más o menos calcinado, cuando vídeo-documentamos el proceso de combustión en pantalla de un fotograma, tenemos como resultado  un subgénero de “animación” que he etiquetado de “burning animation“. A partir de estos episodios de quema sistemática de fotogramas con la inestimable ayuda de Miguel Pérez (Trébol para los amigos) y su antiguo proyector OSSA de 35mm, se han creado las secuencias que forman parte tanto de la vídeo-instalación como del  vídeo experimental, ambos: “La película más cinematográfica”.

CRONOLOGÍA DE UNA OBSESIÓN

…unos cuantos años después de aquellas experiencias vividas como efectos colaterales de la desidia profesional y/o precariedad tecnológica del cine de mi pueblo…

Embarcado en la producción creativa durante casi 3 años (1986-1989) de obras sobre el BOXEO (audiovisuales, pictóricas, fotográficas, escénicas), descubrí el libro “Panamá Al Brown” que Eduardo Arroyo escribió sobre el mítico boxeador y, asimismo, la Oda que Joan Brossa le dedicó al campeón mundial de boxeo Joe Louis. Con ambas referencias literarias abordé en 1987/88 ambos retratos: “Panamá Al Brown” y “Joe Louis”.

Me interesé entonces por la poética fascinación de J. Brossa por las aberraciones  que él definía como “efectos meta-cinematográficos”: hilos y pelos que bailan atrapados en la ventanilla del obturador; películas que se rayan y fotogramas que se queman en directo; planos invertidos, de orden y posición, etc. Así pues, para la realización del vídeo-retrato “Joe Louis” (Barcelona, 1988) convocamos a Joan Brossa a la sala de proyecciones de los desaparecidos laboratorios Fotofilm de Barcelona con el fin de entrevistarlo y mostrarle un reportaje de NODO sobre este boxeador. En atención al poeta pedimos al proyeccionista que nos permitiese quemar varios fotogramas que ejecutamos en ausencia del poeta, y me pregunto hoy qué habría pensado de esa quema y/o sacrificio en el sancta santorum del cine. Esos fotogramas que hoy forman parte del vídeo “Joe Louis” fueron mutilados de una copia de 35mm.  https://vimeo.com/10979243

Entusiasmado con esta piro-cinematogáfica experiencia, meses más tarde abordo un nuevo proyecto a partir de una quema de fotogramas en una pequeña sala de proyección con imágenes descartadas del cortometraje propio “Imágenes de un bombardeo” (1984). La sesión se redujo a un único fotograma que tardó 20min. en quemarse. El fotograma, acelerado a 5min., se archivó hasta mejor ocasión.

La ocasión llegó unos meses más tarde con el proyecto de imagen de síntesis 3D y postproducción digital realizado con el apoyo técnico de las empresas punteras  Animática y Filmtel. La combustión de aquel fotograma ahora recuperado es el leit motiv visual a partir del cual se articuló el corto experimental: “FRAME, o la rueda de la fortuna”: “Como en una máquina tragaperras, la política combina con la religión, y ésta con los movimientos ecológico-pacifistas y el deporte. La humanidad se rige por SÍMBOLOS que combinan entre sí para alcanzar el PLENO". El corto está dedicado al cine analógico, al vídeo digital, y al histórico 1989. Ver vídeo en: https://vimeo.com/16650945

Bastantes años después, julio 2011, Miguel Pérez (Trébol), un conocido y amigo del pueblo, proyeccionista desde los 14 en los cines “Apolo” y “Gordón” donde yo experimenté además de los sorprendentes interruptus los linternazos de Marcelino el acomodador, me enseña su notable colección de proyectores de 8, Super8, 16 y 35mm., que le regalan, compra, y repara como hobby personal. Interesado por el peculiar personaje le hago un retrato documental que título: Trébol, cine y sopas de congrio”.  https://vimeo.com/29382895).

Cada año Trébol organiza en su calle, al atardecer, una fiesta en la que primero se comen al aire libre las sopas de congrio que él mismo prepara con la ayuda de sus vecinos y,  más tarde, ya oscurecido, proyecta una película antigua y varios No-Do con la inevitable presencia de Franco. Curiosa combinación ésta de “cine y sopas de congrio” que, pienso, son una perfecta y simbólica simbiosis entre el presente y el pasado, de los pueblos en general y del mío en particular.

Un año más tarde, agosto 2012, aprovecho las vacaciones para con la ayuda de Trébol y su viejo proyector de cine OSSA materializar finalmente la combustión masiva de fotogramas tantas veces relegada. Con las imágenes burning animation generadas en esta apoteósica e histórica sesión un día de agosto en Veguellina de Órbigo (León), he creado el corto experimental para mayores de 35 años que he titulado, al igual que la vídeo-instalación, “La película más cinematográfica” y que te invito a ver on-line si has tenido la paciencia de llegar hasta aquí. Gracias y que lo disfrutes: https://vimeo.com/57248274

Julián Álvarez. Barcelona, 13 de enero 2013

 
 
Julián Álvarez García © 2014 - vimeo: www.vimeo.com/zapatodeartista - blog: http://rincondeliconoclasta.blogspot.com