A propósito de ¡BELLVITGE, BELLVITGE!
Julián Álvarez. Barcelona, marzo 2018

Con una cámara de video semejante a la que hizo historia, e histórico en 1965 al artista coreano afincado en EE.UU Nam June Paik, se materializó en 1978 ¡Bellvitge, Bellvitge! en el contexto pedagógico del Instituto INB_3 de Bellvitge. En circunstancias que apenas recuerdo tuve ocasión de disponer entonces de uno de los primeros equipos portátiles de video en Barcelona: el histórico portapack de Sony, que se me ofreció en condiciones de uso bastante precarias y sin la correspondiente alimentación, teniendo que adaptarle una batería de moto de 12v. para restituirle la condición de equipo autónomo de grabación.

Lo que empezó siendo un taller de fotografía para un grupo reducido de alumnos derivó a un documental sobre el barrio en cuyas paredes ya se denunciaba el “pelotazo” urbanístico de Banca Catalana. El taller era de fotografía y se amplió a video por interés personal y para aprovechar la imprevista disponibilidad del portapack de Sony. Los jóvenes alumnos [15-16 años] participaron al principio con entusiasmo en las grabaciones y búsqueda de documentación, pero el interés decayó a medida que se dilataba el proceso y apenas un par me acompañaron en la primitiva y electromagnética edición, que era “al corte”. El más/menos [±] error en la edición podía llegar entonces a los 2 segundos [=50 fotogramas], es decir el tiempo de reacción entre la visualización de la marca con lápiz graso en la cinta electromagnética del player, y la acción de pulsar la tecla del recorder para editar/añadir la señal electrónica del nuevo plano. 

Cualquiera que a mediados-finales de los ’70 haya “editado” con estos equipos de sobremesa sabe el suplicio que a veces suponía añadir un nuevo plano. El video era tecnología de última generación, pero sumamente primitivo en relación a su futura evolución. Tecnología que en su funcionamiento operativo se veía afectado por las “vibraciones” del editor. Este fue mi particular suplicio bautismal como montador/editor de ¡Bellvitge, Bellvitge! A veces la edición fluía y otras no había forma de añadir el siguiente plano, teniendo que dejarlo para mejor ocasión. Esa fue mi primera experiencia como editor/montador con aquellos primitivos players y recorders. Con la introducción en 1971 del nuevo formato de grabación U-Matic ¾” de pulgada en cassette [Sony], la edición se estabilizó, y el ± error se redujo hasta ”0” fotogramas con el Betacam Sp que Sony puso en el mercado en 1988. 

Realizado en el marco del Taller de Imagen del Instituto Nacional de Bellvitge-3, ¡Bellvitge, Bellvitge! se estructura a partir de un recorrido en coche por el barrio, salpicado por los comentarios del arquitecto municipal Cosme Grifell que, respondiendo a la pregunta de “si le gustaría vivir en un barrio como Bellvitge”, declara que “no le gustaría vivir en Bellvitge tal como está…”. Y por las críticas consideraciones de Ramón Fernández Jurado, uno de los primeros residentes del barrio; por las intervenciones musicales de los jovencísimos Ginesa Ortega y Pedrito Sierra [“Alma Flamenca”], y la participación del poeta José Luis Domínguez. Cuando el Cine odiaba a muerte al Video, aquella voluntariosa y pionera versión de 36 minutos fue reconocida con una Mención de Honor” en la “22 Setmana Internacional de Cinema de Barcelona” [1980], dirigida entonces por José Luis Guarner.

Pues bien, gracias a una aberrante utilización del novísimo y electromagnético portapack de Sony, ¡Bellvitge, Bellvitge! es el único documento audiovisual que el archivo municipal de L’Hospitalet conserva de aquellos primeros tiempos de la emblemática ciudad-dormitorio. Y digo aberrante porque mi primera experiencia videográfica nació como documental narrativo bajo el estigma local de lo no-artístico, al margen del alternativo y vanguardista video que en 1965 el artista conceptual Nam June Paik bautizó como vídeo-arte. Para entonces la vanguardia artística de Barcelona ya había adoptado el formato video como medio de expresión anti-cinematográfico y anti-televisivo. Si bien las experiencias coetáneas del colectivo Video Nou, con el que puntualmente colaboré, forman parte de la historia de los inicios del video en Catalunya, sin embargo ¡Bellvitge, Bellvitge! ha sido ninguneado y escamoteada su existencia. En cierto modo mi trabajo posterior se ha resentido y, asimismo beneficiado, de aquel estigma o pecado original [¡hacer cine con video!] que me ha situado en la frontera de los géneros, en los márgenes.

Aparte de aquella primera exhibición en el Festival de Cine de Barcelona en 1980, ¡Bellvitge, Bellvitge! se presentó 30 años después [24/03/2009] en el Centro Cultural Bellvitge en una versión que yo mismo reduje a 12 minutos por el inevitable deterioro del máster original. Máster que ninguna institución cultural o artística se ha interesado por conservar y/o restaurar. Actualmente el archivo Municipal de L`Hospitalet dispone de una copia que personalmente ofrecí a la Institución con motivo de aquella presentación en marzo 2009, y, desde 2010 se puede ver on-line en Vimeo.com. Recientemente el artista y comisario de exposiciones Pedro G. Romero, y María García, han considerado relevante integrar ¡Bellvitge, Bellvitge! en la exposición ”Máquinas de vivir. Flamenco y arquitectura en la ocupación y desocupación de espacios” [CentroCentro Cibeles. Madrid, octubre-diciembre 2017; y en la Virreina Centre de la Imatge. Barcelona, febrero–mayo 2018]. Agradezco desde aquí su aportación a la credencial de este documental de interés histórico-cultural.

En 1984, cuando realicé “Imágenes de un bombardeo”, mi primer corto en 35mm., la modernidad era electromagnética y el pasado fotoquímico. La vanguardia pensaba en video y en su especificidad para articular propuestas al margen o contra el cine y la tv. La precariedad y primitivismo del propio sistema, entonces nueva tecnología [= video], ofrecía un repertorio limitado de imágenes propias del formato que rápidamente se pusieron de moda. Sus propias y específicas limitaciones se ofrecían como atributos del nuevo medio. Era la revolución del video que había llegado para democratizar la sociedad, para liberar al ciudadano de la dependencia al cine y la tv. Con el vídeo -se decía- sería mucho más fácil y económico hacer tus propias películas. El cine, como la tv, eran medios de entretenimiento alienantes a los que había que enfrentarse y combatir, unos con el “arma” de la nueva tecnología y otros, menos belicosos y más creativos, con el video-arte. 

El cine experimental en Super-8, 16 ó 35 mm. se retiró progresivamente en favor del nuevo soporte electromagnético, más barato y reutilizable. Con la popularización definitiva del video a finales de los ’80, y la expansión generalizada de la imagen [estática o en movimiento], se impone la frase tópica, que no comparto, de “una imagen vale más que 1000 palabras”, lo contraria tampoco. Gana McLuhan, pierde Gutemberg. En los ’90 el video era ya “el pan nuestro de cada día” y el cine recupera parte del prestigio social perdido en la década anterior. Los jóvenes españoles que han nacido con la tv y el video en casa descubren en los ’90 el cine fotoquímico y encuentran fascinante la gran pantalla y la sala oscura.

Yo nací a la realización y producción audiovisual con el video en 1978, directamente con el histórico portapack de Sony y sin pasar por el preceptivo Super-8. Seis años después “Imágenes de un bombardeo” [1984] fue mi primera experiencia propiamente cinematográfica con el prohibitivo 35mm. Cierta estabilidad laboral, un préstamo bancario, y la colaboración de amigos me permitió llevar a cabo mi primera aventura cinematográfica. Paradójicamente, ¡Bellvitge, Bellvitge! resultó ser un documental en formato video narrativamente próximo al lenguaje cinematográfico, en tanto que Imágenes de un bombardeo derivó en experimento cinematográfico más propio del video-arte de mediados de los ’90 que del cine experimental de los ‘80. Mis dos experiencias audiovisuales primigenias en vídeo [1978] y cine [1984] nacen a contrapelo de la modernidad oficial y contradiciéndose entre sí. En lo sucesivo esta dislexia creativa formará parte de mi perfil como autor dentro/fuera de su tiempo y espacio.

 
 
Julián Álvarez García © 2014 - vimeo: www.vimeo.com/zapatodeartista - blog: http://rincondeliconoclasta.blogspot.com